martes, marzo 30, 2010

.Omega.

¿Qué pasaría si nosotros mismos tuviéramos que tomar la decision de morir? Elegir un día específico, un momento en particular, para terminar con nuestra existencia.
¿Habría más muertos a edades tempranas? ¿Seríamos más longevos?
Preferiría pensar que lo segundo.
Imaginemos: nacemos, somos niños...no podríamos terminar nuestra vida en la infancia, generalmente es la etapa más alegre de la vida. Sólo queremos jugar.
Somos muy pequeños para entender la responsabilidad que conllevaría el tomar semejante decisión.
Luego adolescemos, ¿es éste el momento? ¿son todos los conflictos característicos de esta etapa suficientes como para justificar el abandono de este mundo? No...hay cosas hermosas durante esta etapa también...Nos hacemos de amigos, queremos conocer "el mundo de afuera", nos sentimos poderosos e independientes, podemos darnos el lujo de comportarnos la mitad del tiempo como niños y la otra mitad como adultos, total no hay nada definido.
No, este no es el momento.
Más adelante entramos en la adultez...quizá ahora, ahora sea un buen momento...pero no. Recién estamos empezando a conocernos a nosotros mismos, bosquejamos nuestra personalidad, planeando proyectos a futuro. Queremos estudiar, trabajar, viajar, casarnos algún día...
No, todavía no. Es muy temprano, queda mucho por conocer y vivir.
Conocemos al amor de nuestra vida, nos casamos, formamos una familia. Ésta es la etapa más feliz de la vida. Verdadera felicidad. Nuestra familia, nuestro aporte a la humanidad. No podemos siquiera concebir la idea de querer morir en este momento. ¿Qué harían nuestros hijos? ¿Cómo podríamos perdernos de la maravilla de ver crecer a esos seres que son parte de nuestra vida y alma?
No, definitivamente éste no es el momento adecuado.
Envejecemos, nuestros hijos crecen, tienen hijos y nosotros nietos. ¿Ahora? No...¿y perdernos la grandiosa oportunidad de malcriar a los hijos de nuestros hijos? Jamás. Queremos verlos crecer como si fueran propios, queremos ver sus proyectos, sus inquietudes. Quizá todavía tengamos proyectos propios que por alguna razón hasta ahora no habían sido cumplidos. Ahora sería un buen momento para realizarlos.
No podemos morir, no ahora. Todavía hay tiempo.
Nuestros hijos envejecen también, no pueden tomar la decisión de morir. Nuestros nietos crecen. Nuestros amigos, padres, hermanos, todos todavía siguen ahí. Nadie puede tomar la gran decisión. Queremos ver la evolución del mundo, de la humanidad entera. Queremos presenciar cosas que ocurran una vez cada centenario, cada milenio. Todos los días tenemos una excusa para decir "No, hoy no". Todos los días una buena razón para quedarse, para aferrarse.
Y así, jamás tomaríamos la decisión de terminar con nuestras vidas. Porque todos los que nos acompañan desde el principio seguirían allí, dudando a nuestro lado. Porque siempre habría algo que hacer, algo que resolver, alguien a quien ayudar.
Creo que ésta es la razón por la cual Dios no nos pide que tomemos esta difícil decisión. Tenemos libre albedrío, salvo al principio y al final. No elegimos cuando nacer ni cuando morir. No nos corresponde decidirlo.
Doy gracias a Dios por no habernos cargado con tal peso, por no pedirnos lo imposible. Doy gracias a Dios por haberme dado una vida terrenal limitada, para poder apreciar día a día las maravillas que me rodean.
Doy gracias a Dios, por haberme hecho mortal.