martes, octubre 03, 2006

.Quizá viceversa (o la historia de cómo disfrutar el silencio).

Ni vos ni yo sabíamos lo que iba a pasar.
Esa tarde nos preparamos (yo más que vos, quizá) y nos hicimos a la idea de que íbamos a pasarla bien.
Vos llamaste a tus amigos, yo a los míos, y en diferentes lugares y momentos armamos nuestros respectivos ambientes. No teníamos idea del momento que nos esperaba por delante.
Llegamos al lugar, previo acuerdo con el grupo...vos por tu lado, yo por el mío, y ni nos vimos llegar. Pero eso no importaba, ni tampoco importa ahora. Supongo que habrás merodeado antes de encontrar tu lugar, al igual que hice yo, y todos los que allí se encontraban presentes. A veces, mientras más gente hay, más cuesta encontrar un espacio personal. Es curioso como casi siempre queremos lo contrario (o diferente) a lo que tenemos.
Después de un rato (no sabría decir con certeza cuánto tiempo), nos vimos. Vos me miraste espectante, como anhelando un gesto de parte mía que te invitara a hablarme, a comunicarte conmigo. Y yo no dije nada en palabras, sólo te miré detenida y sostenidamente por un tiempo que no sabría decir con certeza cuánto fue. Esa fue, para vos, una mejor invitación que el diálogo mismo, y desde ese momento fijamos (implícitamente) las reglas del juego. Nuestro juego.
Te acercaste y me dijiste tu nombre...nombre que seguramente para vos tenía más significado que para mi, pero que también servía de señalador en algunos capítulos de mi historia, y quizá por eso todavía lo recuerde. Ahora se repite una vez más.
Comenzamos a hacer lo que todas las demás personas estaban haciendo en ese lugar, pero esta vez juntos. Había silencios que marcaban el fin de un tema y el comienzo de otro, y a que a veces también jugaban el papel de comas y puntos suspensivos.
El momento se acercaba inexorablemente, y sin que vos ni yo tuvieramos aviso alguno sobre lo que iba a ocurrir, nos acercamos. De esa manera comenzó a funcionar la maquinaria que pondría en marcha un suceso que, si bien no cambiaría nuestras vidas, cambiaría algunos de nuestros días. Quizá mas los míos que los tuyos. Quizá viceversa.
Tus manos tomaron las mías, y creo que luego los dos sentimos lo mismo: una tonalidad de cursi teñía el momento. Pero no las soltaste, sólo sonreiste por dentro. Quizá como yo.
Apoyé mi cabeza en tu hombro derecho, y ahí ocurrió. Sentí una libertad que no sentía desde hacía mucho tiempo ya, de hecho, creo que nunca la había experimentado de esa manera. Nada importaba, ni la gente que nos rodeaba, ni el lugar, ni las voces o el ruido o la música. Ni siquiera vos importabas, amor, (y perdón por eso), pero la que importaba era yo. O mejor dicho, lo que importaba, era el silencio que yo tenía en mi...conmigo.
Fui libre. Libre de ruidos, libre de pecado, libre de la cotidianeidad que me atrapa (como a vos también te atrapa), libre de propia condena, de propio juicio y de auto-alegato. Fui libre de lo que soy hace mucho tiempo, para convertirme de nuevo en mi, en mi esencia.
Es increíble como a veces queremos lo que alguna vez tuvimos, y como nunca dejamos de ser lo que somos. Detrás de kilos de ropa llamativa, maquillajes, frases pre-construídas, seguimos siendo esos seres desnudos, pálidos e indefensos con solamente una cosa propia: las ganas de cambiar. Cambiar el auto, la pareja, el estudio, la ropa...el momento.
Por ese "mágico" instante en tu hombro derecho no tuve ganas de cambiar ese momento, tuve ganas de cambiar todos los demás momentos que me rodeaban. Por lo visto, mi esencia humana no había cambiado.
Como era de esperarse, el momento no fue infinito. Por lo menos no fue infinito para el reloj. Pero sí fue infinito para mí, porque desde ese instante no dejo de sentir mi naturaleza a flor de piel, que a cada minuto me recuerda que puedo ser más como yo de lo que estoy siendo.
Seguramente te hayas olvidado de mí, o quizá me recuerdes unos días más, pero no mas de la cuenta, ya que siempre vas a querer cambiar la persona, el momento, el lugar.
Quizá no hayas sentido nada de lo que sentí yo, pero quizá si. Nunca lo sabré...pero eso, amor, (y perdón por esto también), no me importa demasiado.